Guía de supervivencia para entender el arte contemporáneo. Parte 1
Hablar de arte es hablar de cómo vemos el mundo y de qué lugar le damos al sentido. Un recorrido claro para entender una de las producciones culturales más complejas e importantes de nuestro tiempo.
Una banana pegada a la pared con cinta gris. Fue una de las obras más comentadas de los últimos años. Se expuso en una feria de arte en Miami, en la Miami Art Basel, una de las ferias de arte más importantes del mundo, y se vendió por más de 100 mil dólares, generando una ola de comentarios, prensa y profunda indignación.
“¿Eso es arte?”, “Yo también lo podría hacer.”, “Nos están tomando el pelo.”
Aunque parezca una provocación vacía, la obra sirvió para dejar algo en evidencia. Es una realidad que muchas personas no entienden qué están viendo cuando entran a una sala de arte contemporáneo. Y el arte actual, muchas veces, ya no busca que mires un objeto, sino que pienses una situación.
Este texto es el primero de una serie donde voy a intentar desarmar ese desconcierto. No con teoría ni con respuestas absolutas, sino con explicaciones lo más simples posibles, ejemplos concretos y algunas preguntas que orienten. El arte no es (ni fue nunca) solo pintura colgada en una pared y cuando entendemos eso cambia todo.
Hace mucho tiempo que quiero escribir sobre arte. Sobre artes visuales y, más específicamente, sobre arte contemporáneo. Me interesa, sobre todo, la posibilidad de traducir ese mundo que muchas veces se percibe como lejano, exclusivo o difícil de entender. Quiero desarmar ese entramado complejo que es el sistema del arte, para hacerlo más accesible para otras personas, más claro, y tratar de explicar, con muchas ideas propias, todo lo que hace falta para empezar a entenderlo.
Esta es mi manera de contarlo y de hablar sobre algo que tiene muchas posibilidades. No voy a ser teórico, porque de eso hay mucho y es justamente lo que quiero evitar. Si hay algo puntual que quieran saber o que les genere curiosidad, pueden dejarlo en los comentarios que lo voy a tener en cuenta para las próximas entregas. Empecemos.
¿Quien soy yo para escribir sobre arte?
Primero que nada, soy Licenciado en Artes Visuales, es decir, estudié en la Universidad para dedicarme profesionalmente al arte, cosa que no hago hoy, pero durante mucho tiempo trabajé en el sistema del arte y lo conozco muy bien. Durante 10 años he participado activamente de muestras, ferias, concursos, salones, congresos, charlas, cátedras, etc. Gané premios, becas, me formé como artista, hice talleres. No es que se me ocurra escribir ahora sobre arte, sino que estos articulos son la transcripción de años de estudio, experiencias, apuntes y anotaciones de pensamientos sobre el arte en mis cuadernos y bitácoras.
Primer intento de definir qué es el arte. ¿Por qué cuesta tanto definirlo?
Se trata de una actividad humana muy antigua. Se ha escrito mucho sobre el arte. Principalmente filósofos, que han teorizado sobre qué es el arte, sobre los artistas, sobre las obras, la autoría, la originalidad, el talento, la estética, etcétera. No hay un por qué absoluto. Es decir, partimos de que es raro que alguien mezcle pintura y arme una imagen sobre una tela, y que luego otra persona mire eso en una sala iluminada. Hay algo de absurdo. Nadie necesitaba esa pintura, pero por algún motivo el artista la hizo. Y ese motivo moviliza todo. Tampoco se sabe muy bien quién fue el primero al que se le ocurrió agarrar madera, hacer una caja, ponerle cuerdas y rascar con los dedos para hacer eso que llamamos música. El arte, con la música incluida, es una actividad humana que es misterio vuelto lenguaje. No es un fenómeno que suceda solo en algunos lados, o solo durante algún tiempo, sino que, como la gastronomía, en todo el mundo existen y han existido artistas y en todos lados se practica el arte.
Sabemos entonces que las actividades artísticas suceden desde hace miles de años, y en todos lados, lo que puede equipararlas a la comida o a la vestimenta, es decir, existe en todas las culturas humanas. Intentar definirlo es una tarea de necesario divague, porque hay cientos de formas de hablar de arte. Se puede hablar de manera historicista, como cuando te cuentan que el arte del Renacimiento es distinto al del Barroco, y que después vino el Impresionismo, como si fuera una línea del tiempo llena de estilos que se fueron sucediendo. También se puede hablar de manera sociológica, y ahí el arte se piensa como reflejo de su época, atravesado por lo político, lo económico, lo cultural; como cuando se dice que el muralismo mexicano respondió a una necesidad social o política. También está la mirada formalista, que se enfoca en los elementos visuales como línea, forma, color, composición, técnica. Mucha gente prefiere ese enfoque más concreto y se queda hablando de la paleta de colores de un artista o de la pincelada, sin entrar en su vida ni en la época ni en nada más. Hay otras formas, quizás más filosóficas, de hablar de arte. Existen muchísimos escritos que se meten con preguntas como qué es la belleza, qué es lo estético, qué lugar ocupa el arte en la vida, si el artista se nace o se hace, qué rol tiene el arte en la sociedad, si tiene que ser útil, si tiene que decir algo, si es o no es igual al diseño o la artesanía, si tiene que ser bueno, justo, verdadero... Hay cientos de filósofos y teóricos que se han ocupado de esto, desde Platón y Kant hasta Heidegger, Danto o Rancière.
Todas esas formas de hablar son válidas, pero también son parciales. Ninguna agota el arte. Y esa es, justamente, su potencia. El arte no entra en una sola categoría. No se deja atrapar tan fácilmente. Lo podés pensar desde lo emocional, lo simbólico, lo técnico, lo económico, lo institucional, lo terapéutico, lo recreativo y hasta como inversión. Y cada una de esas miradas te va a mostrar una parte. Entonces, más que buscar una única definición, hay que asumir que hablar de arte es siempre tomar una posición. Elegir desde dónde mirar y desde donde hablar, entendiendo que ese “desde dónde” es importante. Y por eso es necesario hablar de esto con claridad y tanto desglose. Dicho eso, yo voy a hablar -en este artículo y en los próximos- desde mis ideas sobre el arte, en base a mi experiencia.
El arte como administración de sentido
El arte es, básicamente, una zona o terreno de producción de sentido y de generación de valor. Nombramos como ‘arte’ a prácticas que van configurando algo que acordamos por consenso llamar arte. Si, por consenso. ¿De quienes? Bueno, de quienes integran el sistema del arte. Esas prácticas no necesariamente implican producción de objetos o productos o servicios.
El arte más contemporáneo es el que trabaja con esta idea de despojo, de austeridad, independiente del verbo producir. Mas que con la idea de producción, el arte contemporáneo se va a vincular con la administración. Administración de sentidos, de materiales, de circuitos de circulación, de premiaciones, de validación, de vínculos, de políticas culturales, de afectos y sobre todo de la posición del artista en un tejido social. El arte contemporáneo produce sentido en tanto administra sentido. Si en la modernidad el artista construía su obra produciendo objetos -cuadros, esculturas, grabados, dibujos-, en la contemporaneidad el artista construye su obra administrando elementos, condiciones, artefactos, instituciones, cuerpos, personas, materiales, discursos, territorios, etc. Se sigue pintando, si, y sigue habiendo obras de artistas contemporáneos que lucen igual que cuadros no contemporáneos. Pero estoy hablando sobre lo que hace específicamente contemporáneo al arte, o sea sobre su especificidad. Se entiende, creo, y sino me dicen.
Yo estoy convencido de que el arte es el único terreno, la única disciplina, el único espacio donde pueden darse ciertos intentos, pruebas, prácticas, ejercicios, exploraciones, experimentos y ensayos que no tienen la responsabilidad de ser funcionales al formato de “producto/servicio” que impera en el resto de las disciplinas. El arte no tiene la obligación ni carga con el peso de producir ni objetos ni servicios. Sigo hablando del arte contemporáneo. Aclaro. Porque para el arte no contemporáneo SI es importante el objeto artístico.
La tensión entre el objeto y la idea, entre la pintura al óleo y la banana con cinta.
Ahora bien, esta idea convive con otra, que funciona casi como un contrapeso: la carga histórica que tiene el arte. Si bien el arte contemporáneo no necesariamente implica producir objetos o servicios (por eso vemos un montaje de una banana pegada con cinta a una pared), en las llamadas bellas artes ha sido central la idea de obra material. Producir una pintura al óleo para un museo, o una escultura, es todavía lo que mucha gente concibe como “el” arte. Y es lógico porque toda la historia del arte está armada a partir de objetos, de productos manufacturados. Eso encaja perfectamente con el sistema de existencia en el que vivimos, donde es fácil de entender que un cuadro, una vez terminado, se compre para colgar en una sala o que ese mismo artista, además, pueda dar clases (servicio) sobre cómo pintar así.
En resumen, lo que vengo planteando hasta acá es una idea bastante simple pero que en teoría del arte es central y es la tensión entre una concepción del arte asociada históricamente a la producción de objetos (lo que se suele entender como bellas artes) y el arte contemporáneo, que muchas veces se corre de esa lógica y se permite ser algo más conceptual, procesual, vincular o incluso inmaterial. Para mí, el arte es un espacio de amplitud que no tiene la obligación de ser útil ni de producir algo tangible. Y en esa amplitud radica su potencia. Lo interesante es que no se trata de reemplazar una forma por otra, sino de reconocer que hoy conviven distintas maneras de hacer y entender el arte, desde quien sigue pintando cuadros al óleo hasta quien arma instalaciones con frutas y cinta. Y en esa co-existencia también se juega una parte importante de lo que el arte es hoy.
Hasta acá creo que estamos por hoy. No quiero ser largo en esta primera entrega. En los próximos textos, me voy a meter con temas que seguro sean más específicos y si tenes algo sobre lo que quieras que hable, es tu momento de comentarlo.
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Nunca estudié historia del arte y sin embargo acá estoy en una rama artística por deseo y mi pulso hacia ella. Así que, en lo personal, este tipo de entregas del newsletter me vienen bárbaro para desmenuzar el arte cuánto más se pueda.
Tocaste un tema sensible? o más bien que me hace pensar mucho que es el arte contemporáneo y que siempre le estoy dando vueltas porque no termino de conectar con él. Ni siquiera pido que me guste, pero al menos entenderlo. Este post ya me ayudó en esa dirección
Hola, Esteban, tu artículo es uno de los que más ha tenido visitas desde https://columnas.substack.com/p/merece-la-pena-la-industrializacion